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Los amantes de la noche de Nicholas Ray

Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

El más secreto, el más grande; sin duda alguna, el más espontáneamente poeta”
Jacques Rivette

“El cine es Nicholas Ray”
Jean Luc Godard


La profunda admiración por parte de los jóvenes críticos europeos apasionados por el nuevo cine americano, como los jóvenes pre-autores franceses de la nouvelle vague, defensores de la independencia de los estudios, le valieron a Nicholas Ray su merecido nombre entre los primeros directores de culto del cine moderno. Sin embargo, ser un director de culto también viene acompañado por connotaciones de rechazo y olvido por gran parte de la crítica y público de su tiempo. Muchos de estos directores de la “generación perdida” del cine americano fueron negados, rechazados y culpables de remover los intocables cimientos de la industria cinematográfica norteamericana con su rebeldía ante los oportunistas estudios desde comienzos de los 40 hasta finales de los 60, ya en su declive.

Nicholas Ray fue un cineasta atípico en su tiempo, como muchos otros grandes genios, adelantado y aventurado en un momento de transición hacia la modernidad del cine americano. Apodado Nick, el maldito, por su continua inestabilidad profesional, y personal, fue uno de los atormentados de Hollywood cuya vida cinematográfica se resentía por momentos, como si de una maldición se tratara, y se cruzaba inexorablemente con una vida personal cargada de fatalismo. Conocido por sus adicciones al alcohol y al juego, el cineasta de origen alemán y noruego, vio como sus lazos con el mundo real se vertían en su carrera profesional sin remisión. Su matrimonio con la actriz Gloria Grahame, que más tarde se casaría con su hijo Tim, o el fatal accidente de James Dean, su espejo icónico en la gran pantalla, marcarían una carrera posterior marcada por su tormento personal.

Estudiante de arquitectura en su juventud, se inicio en el grupo de “teatro de la improvisación” de la mano de Elia Kazan, quien mas tarde lo inicia en el cine como asistente de dirección de su primera película en Hollywood, Lazos Humanos, en 1945. A través de Kazan, y de sus particulares métodos de enseñanza, un siempre impetuoso y apasionado Nicholas Ray, saca el mayor provecho como alumno aventajado de las rompedoras técnicas del moderno teatro americano de los años 40, y sólo dos años después de colaborar en la primera película de Kazan, tan sólo dos años mayor que él, comienza el rodaje de su primer largometraje como director en 1947 con Los amantes de la noche.
Nacido en 1911, poco es conocido de los primeros 30 años de la vida de Nicholas Ray, más allá de su difícil infancia, con 3 hermanos mayores, dos hermanastras, un padre alcohólico y una madre dedicada al mundo del espectáculo, en plena depresión. Tal vez, sea esta la parte esencial de su vida para poder contemplar al cineasta en su totalidad, tan marcada por la esencia de juventud, el miedo a su pérdida, la dependencia emocional y la nostalgia de felicidad. Sin embargo, es fácilmente deducible en la mayoría de su filmografía, sobre todo en sus primeras obras, donde ese alarde autobiográfico es más que evidente.


Bowie (Farley Granger) y Keechie (Cathy O'Donnell) viven de noche... presos de un entorno social que los aparta negándoles continuamente su ingenua imitación de la vida y su intimidad. La composición de Nicholas Ray es rica en matices líricos.



Desde Los amantes de la noche, film en el que comenzó a trabajar en 1947, hasta finales de los años 50, Nicholas Ray completó el grueso de sus joyas en el séptimo arte. Es por ello, uno de los cineastas más relevantes de la década de los 50, marcada por una abierta tendencia de modernidad en la cinematografía, tanto americana como europea. Obras maestras como En un lugar solitario (1950), Johnny Guitar (1954) o la archiconocida Rebelde sin causa (1955), destacan por su impulsividad y lírica narrativa, su particular técnica autodidacta y el estudio psicológico de sus protagonistas. Sus personajes son vulnerables, marcados por la fatalidad del destino e incomprendidos del sistema que les rodea. Con un cine disfrazado genéricamente de Noir, Western e incluso peplum histórico, Nicholas Ray consiguió despertar el estilo de autor desenfrenado y sin límites retóricos de los jóvenes cineastas de todo el mundo desde entonces hasta hoy día.
Es por ello, que entre su filmografía hemos elegido su primera obra, Los amantes de la noche, estrenada en 1949, como ejemplo mas impulsivo, mas relevante de ese estilo tan personal que Ray mostrará a lo largo de su posterior filmografía.

Los amantes de la noche, comienza con algo tan inusual para el momento, como un prólogo donde los jóvenes protagonistas Bowie (Farley Granger) y Keechie (Cathy O’Donnell), son presentados líricamente ante los espectadores en un romántico primer plano de ambos junto a una frase de presentación, “Este chico y esta chica, nunca fueron presentados adecuadamente al mundo en que vivimos. Para contar su historia... Viven de noche.” Con esta frase y esta presentación, Nicholas Ray se presenta a si mismo en su primera película como representante de la juventud perdida, desorientada y solitaria. Este prólogo es un aviso de que lo que se va a ver en pantalla no es exactamente una película de cine negro, sino más bien una película romántica disfrazada de género noir. Mas tarde, veremos como la narración va progresivamente enmarcando a la pareja protagonista y su particular imitación de la vida de la sociedad que les rodea, en detrimento de la acción y de la persecución policiaca. Bowie y Keechie, son dos jóvenes desorientados, con una infancia muy común con padres alcohólicos y una madre que huyó de su miseria. Al salir de la prisión tras 7 años condenado injustamente por homicidio involuntario, llega junto a sus compañeros fugitivos al refugio de estos. Allí conoce a Keechie, hija del hermano de uno de ellos, y sus vidas se unen compulsivamente como dos clavos ardiendo. Ambos reconocen en el otro los mismos vacíos emocionales y su obsesión por una vida normal, lejos de la delincuencia y la miseria. Sin embargo, el destino y la fatalidad tan comunes en las historias de pasión fugitiva, son reconocibles en muchos detalles de la historia como la reiteración del tiempo y los relojes, las constantes interrupciones de la intimidad de la pareja. Nicholas Ray también enfatiza el destino en los personajes secundarios como Chickamaw, líder de la familia de fugitivos delincuentes, o Mattie, personaje oscuro y fatalista, mujer de uno de los miembros del grupo todavía encarcelado. Estos dos personajes funcionan como la partición opuesta de la pareja protagonista. Nicholas Ray, renuncia a una narración más populista en el género noir, a favor de los momentos más costumbristas y románticos.

De esta forma, y ya en su primer film, Nicholas Ray deja constancia de su estilo moderno y ligero, con una narración a golpes de secuencia, con verdaderos momentos poéticos en forma de elipsis, y una sutil ironía en los personajes más secundarios, como en una de mis secuencias preferidas, la de la Boda Express, algo muy atípico en el cine de los años 40.

Esta película fue producida por John Houseman, conocido por producir entre otros a Orson Welles. Tanto Welles como Ray comenzaron su carrera cinematográfica con un ímpetu rompedor, muy parecido, tan innovador como rechazado por el anquilosado clasicismo de la industria americana. Sin embargo Ray, con Los amantes de la noche, no tuvo la suerte de contar con gran presupuesto en la RKO como Welles y, por lo tanto, es prácticamente un film de serie B. El mérito de Ray se esconde pues, tras su lirismo visual, su talento para enfatizar los detalles narrativos menos usuales, la puesta en acción, y su perfil psicológico sobre los personajes.

Técnicamente, Los amantes de la noche contiene tantas virtudes e innovaciones como narrativamente dentro de su bajo coste. El uso que Nicholas Ray hizo de la cámara y la iluminación influyó más directamente a las posteriores generaciones, sobre todo a la nouvelle vague. En esta película se incluyen los primeros planos aéreos tomados desde un helicóptero, según Ray, para enfatizar el ojo del destino que se cierne sobre los protagonistas. También el cuidado uso de los primeros planos, y de la iluminación con claroscuros para describir el estado anímico de los personajes, con un estilo muy personal y poético.
Cabe destacar que Los amantes de la noche, cuyo título original es They live by night (Ellos viven de noche), inicialmente tuvo dos títulos muy diferentes; Thieves like us (Ladrones como nosotros), en referencia directa a la novela en la que se basa la película, y Your Red Wagon (Tu vagón rojo), tema musical que se puede escuchar a mitad de la película. Ambos títulos hacen referencia al momento histórico en el que sucede la historia, la depresión americana. Por una parte, Thieves like us, es una afirmación que se repite constantemente en la película haciendo alusión a los daños colaterales del capitalismo y a la decadencia en la que se mueven económicamente todos los personajes, agraviados por la depresión y lanzados a una moral egoísta, tan miserable como la de los propios delincuentes.

El verdadero leitmotiv escondido en Los amantes de la noche es, por lo tanto, la desesperada huida de esa miseria, económica y social. Ambos, Bowie y Keechie, viven en un espejismo del que creen poder huir, con su imitación de la vida social que les rodea. Irónicamente, el dinero, protagonista absoluto en muchas de las secuencias, no tiene ningún valor real para la pareja, al no poder hacer uso en los momentos cumbres de la historia. Ni el dinero le sirve a Bowie para conseguir un buen abogado, ni a la pareja para huir del país. Paradójicamente, también, el personaje de Bowie es relanzado por la prensa como Bowie the Kid, un violento delicuente líder del grupo; un personaje tan alejado del Bowie real, como el propio Bowie de la sociedad que lo rechaza.


“Este chico y esta chica, nunca fueron presentados adecuadamente al mundo en que vivimos. Para contar su historia... Viven de noche.”
Con este magnífico prólogo de presentación seguido de los títulos de crédito y una innovadora secuencia de seguimiento aéreo en helicóptero, debutó como director uno de los cineastas más impulsivos y modernos de la Historia del Cine, el rebelde Nicholas Ray.


Los amantes de la noche, cuyo título en castellano hace honor a la verdadera historia narrada tras el género negro, es comúnmente hermanada a una serie de clásicos como Sólo se vive una vez (1937) de Fritz Lang, Bonnie & Clyde (1967) del recientemente desaparecido Arthur Penn, Pierrot le fou (1965) del propio Godard, o Malas Tierras (1973) de Terrence Malick. Sin embargo, tal vez, el mayor mérito de Nicholas Ray con Los amantes de la noche en particular, y de su filmografía en general, sea el de conseguir el consenso de muchas generaciones a través de su visión de los jóvenes y de su rebeldía. Su cine siempre mantiene la esencia fundamental del arte cinematográfico, la atemporalidad, el retrato eterno, joven y apasionado de un artista cuyo reflejo en la gran pantalla queda marcado en la Historia del Cine como un relámpago sobre el agua.

La Filmoteca de Sant Joan abre con este gran cineasta, su primer ciclo temático de la IV temporada, dedicado a los Rebeldes del cine negro americano, a esos cineastas del cine negro americano que compartieron generación y virtudes en la década de los 50.

Sin duda, el cine es Nicholas Ray.


Javier Ballesteros
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