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This is Spinal Tap de Rob Reiner


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

«Por el amor de Dios, no me dejes escucharte decir “no puedo leer ficción, sólo tengo tiempo para la verdad”. ¡La ficción es la verdad, idiota!»

John Waters (Mis modelos de conducta, 2010).


Antes de la era digital, si querían conocer películas de culto tenían que acudir a las enciclopedias o a las conversaciones con cinéfilos. Esta era la parte fácil, puesto que tras conocer obras y autores, había que emprender la búsqueda de una copia de la película. Pondré el ejemplo de Alicante, ciudad en la que por cuestiones geográficas, demográficas y culturales, las opciones eran limitadas. O un videoclub con solera y prestigio tenía una copia, o debía darse la casualidad de que un conocido hubiera grabado en cinta una emisión televisiva de la película. Si no se daba el caso, visionar la obra de culto quedaba en quimera.

Con el tránsito al DVD —formato que relanzó catálogos enteros— y especialmente con el desarrollo de Internet, las obras de culto dejarían paulatinamente de ser mitos inalcanzables. Si películas como This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984) son ahora conocidas por el gran público es porque gran cantidad de cinéfilos aprovechamos los avances tecnológicos para dar con cintas de culto sobre las que alguna vez habíamos oído o leído. Otra cosa es que hoy en día, This is Spinal Tap sea considerada como una de las mejores comedias de la modernidad, pero es que en este caso, el mito colma la expectativa.

Pero si nos acercamos al momento de su estreno, en 1984, la acogida en Estados Unidos —país de producción— fue modesta. Parte del público que acudió a las salas conocían los pinitos televisivos de los actores protagonistas: Christopher Guest, Michael McKean y Harry Shearer. Más conocido era Rob Reiner, aquí estrenándose en la dirección, famoso por su papel en la serie de televisión Todo en familia (All in the family, 1971-1979). La cinta también tenía poseía un encanto sociológico, puesto que This is Spinal Tap era un "falso" rockumentary; es decir, un documental sobre el rock ‘n’ roll, el gran caldo de cultivo de ídolos de la cultura anglosajona del siglo XX. Pese a estos atractivos y a un buen número de críticas positivas, las cifras de taquilla fueron discretas. Pero tampoco sorprende: sin estrellas en el reparto, basada en un estilo musical pasado de moda —el hard rock había claudicado ante el new age y el insoportable glam metal— y una propuesta cinematográfica algo exótica. 



Derek Smalls (Shearer), Nigel Tufnel (Guest) y David St Hubbins (McKean) son Spinal Tap.


Porque en 2015 tenemos teorizada, resobada y posiblemente superada la posmodernidad, pero en 1984 el falso documental todavía era un terreno demasiado desconocido para el público general. Los antecedentes del género en celuloide tampoco habían causado un impacto suficiente entre el público. A saber, el slapstick de Toma el dinero y corre (Take the money and run, Woody Allen, 1969) la fantasía psicoanalítica de Zelig (Woody Allen, 1983) o la oda satírica de The Rutles (Eric Idle y Gary Weis, 1978). Pero no fue hasta la tardía y progresiva repercusión de This is Spinal Tap que el falso documental se estableció como género. 

La realización de This is Spinal Tap comenzó en 1982, cuando los mencionados Guest, McKean, Shearer, el director Reiner (que en principio iba a ser parte de la banda ficticia) y Tony Hendra rodaron un cortometraje de 20 minutos para mostrar a productoras. Esta pieza —que se puede ver en Youtube— muestra en bruto el espíritu de la película definitiva. De hecho, muchas de las escenas, como el fiasco con la escultura de Stonehenge o el incidente con el detector de metales y el relleno en los pantalones, se mantienen en la versión final que conocemos. La producción definitiva mantuvo el mismo método de producción: el guion se limitaba a la descripción de escenas y dejaba un amplio margen para la improvisación a los actores. Esto fue un gran acierto. La exhibición de talento de grupo protagonista es monumental. Los actores hablan, se mueven, miran, respiran y mastican chicle con la boca abierta como si hubieran nacido dentro de los ajustados pantalones de sus personajes. La pareja protagonista formada por el guitarrista Nigel Tufnel (interpretado por Guest) y el cantante David St Hubbins (McKean) ejemplifican el tópico cinematográfico de la “química” entre actores en un nivel pluscuamperfecto. Los secundarios, como el bajista seudointelectual Derek Smalls (Shearer) y el bipolar manager Ian Faith (Hendra) son la guinda en el pastel. El diálogo es ágil, dinámico e hilarante, pese al tono absurdo (y de hecho, This is Spinal Tap es una de las obras de humor americanas que más se ha acercado al nivel de los mejores Monty Python). Parece que Rob Reiner pensó lo mismo y rodó un metraje cercano a las 100 horas repleto de estas improvisaciones. Tanto peso tuvo en la producción que el equipo intentó que todos los actores de la película tuvieran un crédito como guionista, algo que les fue negado por el sindicato. Reiner, además, interpreta a Marty DiBergi, el ficticio director del documental que acompaña a la banda durante toda la travesía, y se atreve a jugar con la autoconsciencia del cine apelando directamente a los espectadores al introducir la película un guiño a Woody Allen, u otra broma, a costa de la metalepsis cinematográfica, un recurso que, en cualquier caso, establece el tono y estilo de la película desde el primer fotograma.

Porque el estilo documental es impecable cuando la película lo necesita. La creación de espacios y situaciones —con ese juego de cámara a lo cinema verité— y elementos como la construcción del pasado de nuestros protagonistas, las naturalistas conversaciones con la banda y la brillante realización de los conciertos se rigen por la estricta visión del documentalista. Es en otros momentos, narrativamente necesarios, donde la historia se deja llevar por la expresividad de la comedia o por el dramatismo básico —que no simple—. El mérito de la mezcla de perspectivas se debe otorgar a Rob Reiner, quien en su primera película como director demostraba un buen hacer que posteriormente le valdría para ganarse los mandos de cintas de éxito como Cuando Harry conoció a Sally (When Harry met Sally, 1989), La princesa prometida (The princess bride, 1987), Algunos hombres buenos (A few good men, 1992) o Misery (1990). 



"UP TO ELEVEN!" El volumen del amplificador Marshall de Tufnel llegaba a 11. Gracias a This is Spinal Tap la cultura popular adquirió este término para expresar cómo llegar más allá del límite.


El naturalismo está tan afinado que muchos espectadores creyeron que Spinal Tap era una banda real. A esto contribuye que muchas de las situaciones de la película tocasen fibras sensibles de los músicos. Estrellas del rock de la época como Eddie Van Halen no entendieron qué tenía de graciosa una película repleta de vicisitudes similares a las que su banda sufría en sus gira. La leyenda dice que Tom Waits lloró al ver la película. Otras muchas estrellas del rock, sin embargo, disfrutaron de la película sin dejar de reconocer que muchos gags les golpeaban de pleno.

Y es que género aparte, This is Spinal Tap también ha pasado a la historia por ser una sátira de la industria del rock en general y del rockumentary en particular. Durante los setenta el rock ‘n’ roll había endurecido su sonido, creando el germen del hard rock y el heavy metal. Bandas como Deep Purple, Black Sabbath o Led Zeppelin se convirtieron en pináculos de la historia de la música gracias al entusiasmo de la generación posterior a los baby-boomer. En lo ideológico, los artistas de esta época impulsaron el retorno a un primitivismo que les alejase de la inocencia hippie. Liderar este cambio cultural acabó convirtiéndoles en dioses. Y el rockumentary jugó un papel importante en el desarrollo de esta hagiografía con películas como El último vals (The Last Waltz, 1978), grabación del último concierto de The Band, dirigida por Martin Scorsese, o The Song Remains The Same (Peter Clifton y Joe Massot, 1976), gracias a la que Robert Plant y Jimmy Page mutaron en las divinidades del rock que todavía hoy se veneran. 


Cartelería internacional de This is Spinal Tap.


Paradójicamente, esta vuelta a las raíces hizo evolucionar el rock, pero a juzgar por los temas que trataban las letras de las canciones de estas bandas parecía que el ímpetu contracultural de los sesenta nunca hubiese tenido lugar. Las mitologías de corte fantástico-medieval, como la de El señor de los anillos, eran temas recurrentes. Y también los más inocentes: en gran cantidad de canciones imperaba el machismo, una misoginia genérica y la inmadurez sexual. Casaba a la perfección esa estética de macho alfa de pantalones ajustados a la entrepierna —¿cuántos rockeros se causarían problemas prematuros de circulación sanguínea?— y melenas salvajes al viento. 


Toda esta cultura del rock era el principal objeto de burla en This is Spinal Tap. Ya estábamos en 1984. Diez años antes, el punk se había encargado de anunciar a los barones del rock que sus días en el trono estaban contados. Esta película pone en evidencia lo absurdo de aquellos nuevos tiempos del rock y el nihilismo: los caprichos de las estrellas del rock, las pretenciosas puestas en escena, lo asquerosamente infantiles que eran las letras de las canciones, los absurdos caprichos de los músicos entre bambalinas. Las canciones de la banda —compuestas por el director y el trío protagonista— contienen un machismo trivial. Y los músicos, los otrora dioses David St Hubbins, Nigel Tufnel y Derek Smalls, resultan ser unos idiotas descolocados en el espacio y el tiempo. Tufnel, de hecho, es un gran compositor, pero su música no evoluciona a causa de su mentalidad estancada. En último término, This is Spinal Tap basa su discurso en lo grotesco de aferrarse a la nostalgia.

Aparte de una grandísima comedia, This is Spinal Tap es un producto del espíritu de su tiempo —o quizás se adelantó al mismo— y como tal, es necesario reivindicarla. Desde la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant les aseguramos que el culto a This is Spinal Tap está justificado y les invitamos a que lo comprueben durante esta proyección.


Antonio Ruzafa



Vídeo introductorio a This is Spinal Tap
por Antonio Ruzafa.