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¡Olvídate de mí! de Michel Gondry


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

«Benditos sean los olvidadizos pues superan incluso sus propios errores.»

Friedrich Wilhelm Nietzsche en Más allá del bien y del mal.


Las referencias filosóficas son uno de los puntales de toda obra guionizada por Charlie Kaufman, uno de los autores más originales de nuestro tiempo. Sin embargo, el protagonista de este análisis viene a ser el director francés Michel Gondry. Él y Kaufman ya habían trabajado juntos con anterioridad en Human nature (2001), una comedia que trataba sobre la sublimación de lo salvaje en nuestra sociedad y su efecto para coartar la libertad. La dupla formada por director y guionista coincidían en la valentía de representar historias nada convencionales. Pero no es gracias al cine por lo que Michel Gondry comenzó sus pasos tras la cámara, ni siquiera lo fue la televisión. Su primera inquietud conocida, además de la fotografía y el dibujo, fue la música. En 1983 formó parte de la alineación oficial del grupo de pop francés Oui, Oui al cual perteneció en calidad de baterista. La realización de los videoclips para esta banda le permitió curtirse y experimentar sin ningún tipo de pudor en el medio audiovisual, sólo con su desbordante capacidad creativa. Vistos hoy en día, estos primeros vídeos son deficientes en cuanto a medios, pero valientes en su puesta en escena. Videoclips repletos de imaginación, grabados en sets de rodaje fabricados con los materiales propios de una papelería o una tienda de bricolaje; todo rezuma a cartón-piedra y su fantasía desbordante se vale de disfraces, juguetes y maquetas para ambientarlos. Su técnica de rodaje empleaba los preceptos del cine más arcaico sirviéndose de los efectos visuales creados por el visionario George Méliès, pero utilizándolos en la era del video home system (VHS). El stop motion, los trucajes de montaje en cámara, la animación tradicional y las herramientas más rudimentarias de edición fueron las señas de identidad que le ayudaron a conformar un estilo personal que llamó pronto la atención de otros artistas musicales que buscaban destacar y diferenciarse de los demás. A todo ello habría que añadir su predilección por mostrar cualquier tipo de aparatos mecánicos o analógicos en contraposición de las nuevas tecnologías1 .


Cartelería internacional de ¡Olvídate de mí!.


Michel Gondry bautizó a la exageración de su estilo como “suecadas”, término acuñado en Rebobine, por favor (Be Kind Rewind, 2008) en la que se rendía homenaje a los cineastas sin recursos, a los videoclubs y a las películas de los 80. En el director galo influyó mucho la intención de algunos artistas en la década de los 60 en utilizar el vídeo como un nuevo campo con el cual expresarse. Las llamadas vanguardias artísticas tuvieron en el vídeo-arte un terreno fértil en el que incubar los nuevos pasos de su evolución. El pop-art, el arte conceptual, lo naif, lo abstracto y, sobre todo, el surrealismo alcanzaron al joven baterista y realizador francés.

Fruto de su trabajo, Gondry fue reclamado por la cantante islandesa Björk, para la cual realizaría el videoclip de la canción Human Behaviour (1993) con el que saltaría a la fama y catapultaría internacionalmente a la cantante. Más tarde volvería a trabajar en multitud de ocasiones con la cantante islandesa. El listado de los grupos que en adelante requerirían sus servicios no necesita presentación: Lenny Kravitz, Massive Attack, The Rolling Stones, The Chemical Brothers, Daft Punk, Sheryl Crow, Foo Figthers o Radiohead son tan sólo un ejemplo del talento con el que trabajaba antes incluso de debutar en el cine con Human Nature en 2001. Habría que añadir a su currículo el alto número de anuncios publicitarios que realizó para las grandes marcas, en los que destacaba una exquisita simbiosis con la música. Michel Gondry ostenta un curioso récord: el de anuncio televisivo más laureado de la historia. La pieza que grabó para Levi´s, esa en la que un chico compraba unos preservativos en una farmacia y acudía al encuentro de su novia desconociendo que en realidad era la hija del farmacéutico, consiguió registrarse en el Libro Guinness de los Récords. Su estilo permaneció reconocible durante la década de los 90 y ya desde el principio añadió otra de sus señas de identidad: la focalización en temas como los sueños, el subconsciente y la memoria. La visualización del mundo onírico, unida a su técnica naif2 conseguía una representación en pantalla de lo más sugerente. En la mayoría de los casos, esos campos de percepción (el real y el de los sueños) conviven en el mismo plano de verosimilitud. Al surrealismo que impregnan estos temas habría que añadir el de la infancia para redondear su interés por lo freudiano.

En 2004 dirigió I´ve been 12 forever, un documental autobiográfico acerca de la inspiración. En él buscaba analizarse mediante los recuerdos que tiene de su infancia y su familia. Efectivamente casa a la perfección su cita del título Tengo 12 años para siempre, y es que por su desbordante imaginación y por su estilo visual se podría aventurar que son producto de un niño mayor, alguien que todavía conserva intacta la fantasía de la niñez y que además ha dado con la tecla de su representación visual y creativa.


A la izquierda Kate Winslet junto a Michel Gondry y Charlie Kaufman. A la derecha, imagen del rodaje con Gondry dando instrucciones a Jim Carrey y Kate Winslet.


Muchos de estos aspectos se podían detectar ya en Human nature, primera colaboración con el guionista de Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich, 1999) de Spike Jonze, pero son piezas clave del análisis de su segunda película. ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of de spotless mind, 2004) es una historia de amor que habla mucho sobre las relaciones y sobre los recuerdos. El título original hace referencia a la cita del poeta inglés Alexander Pope: “Feliz es el destino de las vírgenes vestales, pues olvidan al mundo y el mundo las olvida a ellas. Brillo eterno de la mente inmaculada. Cada oración aceptada y cada deseo renunciado”. El impulso filosófico, existencial y al mismo tiempo poético es propio de las obras tratados por director y guionista. Alejándose de las comedias románticas, ¡Olvídate de mí! goza de toques de misterio y suspense. El guion de Kaufman nos presenta un laberinto de sentimientos ayudado por una estructura no lineal. La historia nos cuenta como Joel, un serio Jim Carrey, descubre que su novia Clementine, Kate Winslet en el papel más alocado de su carrera, le ha borrado literalmente de la memoria. Despechado, recurre a la misma empresa, llamada Lacuna (nombre que hace referencia a las lagunas mentales), para que la borren de sus recuerdos. Mediante esta trama de ciencia ficción, puesto que nos debemos poner en el lugar de creer que existen equipos y científicos capacitados para borrar parcialmente de nuestros recuerdos a una persona en concreto, se nos plantean ciertos dilemas de carácter moral ante tal decisión, ya que junto a los momentos alegres son también los tristes los que conforman la personalidad y aprendizaje de los individuos. Por lo tanto, la supresión de recuerdos negativos podría implicar otro tipo de desórdenes. Pero el apartado científico-técnico causado a base de lesiones en el cerebro y su pérdida de memoria nos sitúan en el tema central del filme: el amor, el desamor y sus causas. Cada una de las facetas de la relación entre Joel y Clementine nos son mostradas y se puede ver el desgaste que la convivencia crea en el seno de la convivencia. No es hasta que Joel empieza a perder los recuerdos de Clementine cuando se da cuenta de que todavía la quiere. El orden en el que él, y el espectador, va redescubriendo su amor por ella es inverso al orden natural, por lo que los primeros recuerdos en ser destruidos son los más recientes y desagradables. De ese modo, Joel irá retrocediendo en el tiempo y redescubrirá nuevamente el amor que los unió. La autoconciencia de lo que le está pasando hará que deba huir junto al recuerdo de Clementine escapando a los técnicos de Lacuna de una parte de su memoria a otra. El mensaje final de la obra es la predestinación del amor y su superación frente a los problemas. Existen personas que permanecen unidas frente a las adversidades y pese a llevarse mal están condenadas una y otra vez a confluir en relaciones de amor-odio. La película nos deja con un final abierto; posiblemente Joel y Clementine aprendan de los errores, pero también es posible que continúen con el círculo de borrados de memoria. El espectador es el que debe tomar las conclusiones finales.

La representación visual de Gondry coincide con sus manías de forma sutil. Los efectos especiales son restringidos al mínimo para recrear el mundo del subconsciente de Joel. El reto se solventó con trucos de lo más artesanal. El efecto más natural es el creado por la iluminación. El espectador asimila de forma espontanea que dentro de su mente lo que queda en sombras está siendo borrado de su mente. Para ello el director sólo debe apagar unos cuantos focos en la habitación de al lado para darnos a entender que esa parte de la vida de Joel ha pasado a la historia; otras veces la cámara sitúa al protagonista dentro de un haz de luz mientras el resto de la estancia o los pasillos permanecen a oscuras y por lo tanto en el limbo de los recuerdos. A la inversa también ocurre lo contrario, velando la imagen en sus contornos o difuminándola con gasas ante el objetivo de la cámara. La simple desaparición de objetos o su alteración en cuanto están fuera de campo también nos transmite la misma sensación. De vez en cuando aparecen personajes sin rostro, libros con el lomo en blanco o fotografías que desaparecen impresas en una taza de desayuno. El surrealismo se ve reforzado además por el gusto que demuestra Michel Gondry por los relatos cíclicos o en bucle, y con final abierto. Los videoclips para las canciones Around the world de Daft Punk, Let forever be de The Chemical Brothers —en el que los efectos visuales imitan que a un caleidoscopio son impactantes y extrañamente hipnóticos—, Come into my world de Kylie Minogue o Bachelorette de Björk son claros ejemplos de ello. Por otro lado, el director francés quiso impulsar interpretativamente la trama subconsciente permitiendo a sus intérpretes hacer gala de la improvisación, una técnica siempre asociada con los entresijos de la mente, como en el caso de la escritura espontánea. En el apartado musical, en ¡Olvídate de mí!, y por decisión del director, la banda sonora que corre a cargo del compositor John Brion suena contrariamente a lo establecido, es decir, sobre los diálogos de los personajes. Cuando éstos permanecen callados tan sólo se escucha el sonido ambiente o el silencio.


En ¡Olvídate de mí! Clementine es una chica alocada, impulsiva y echada para adelante. Podría decirse que en esta película los actores protagonistas han intercambiado sus roles, ya que el ser chistoso y alocado es la seña de identidad de Jim Carrey, y sin embargo aquí interpreta a alguien pesimista, depresivo, responsable y condescenciente.


En cuanto a la temática, Michel Gondry sigue la corriente que venía reflejando mayoritariamente en sus videoclips: la infancia, los sueños o el subconsciente. La tan sobada amnesia es tratada aquí de manera nunca vista, como un producto más de consumo con valor terapéutico. Asistir a Lacuna se nos antoja parecido a asistir al dentista o al óptico. El viaje al opresivo subconsciente de Joel tendrá su continuación temática en la siguiente película de Gondry, La ciencia del sueño (La science des rêves, 2006). Escrita por él mismo, La ciencia del sueño narraba la historia de un joven ilustrador que es presa de sus sueños y de su imaginación hasta tal punto que le resultará difícil distinguirlos de la realidad. En este filme, la plasticidad escenográfica alcanza niveles 'videocliperos' de escándalo y el protagonista se imagina su cerebro como un plató de televisión desde el que presenta su propio programa, el de su vida.

La reputación ganada por el cineasta francés con el paso del tiempo no ha hecho más que acrecentarse y Michel Gondry goza en la actualidad de un estatus de personalidad; ya no es solamente reconocido por su trabajo, sino que además se trata de alguien que realiza sus vídeos y los protagoniza, como el mencionado documental I´ve been 12 forever o el anuncio para la marca de informática Hewlett-Parckard, en el que su persona servía de reclamo publicitario mientras él mismo se autoanalizaba. A sus ya fieles grupos musicales, se han añadido nombres como los de Paul McCartney, Beck o The White Stripes, y con respecto a su carrera cinematográfica continúa con la senda marcada por filmes como ¡Olvídate de mí!. Su marcada estética argumental y visual tiene una de sus mayores cimas en La espuma de los días (L'ecume des jours, 2013) en la que el surrealismo desborda la pantalla al igual que el de sus admirados Luis Buñuel o Federico Fellini, adaptando la novela de Boris Vian.

¡Olvídate de mí! consiguió el Oscar al mejor guion original y reunió dentro de una película de cine independiente a un reparto repleto de estrellas. Con ¡Olvídate de mí! Michel Gondry consiguió afianzar su carrera como cineasta y desde entonces, al menos, será difícilmente olvidado de nuestra memoria.

1 Como curiosidad, en su última película Microbe et Gasoil (2015) uno de los chicos protagonistas defeca involuntariamente sobre un I-Phone con GPS, teniendo que valerse de un mapa de carreteras de papel de los de toda la vida para poder conducir con un coche-cabaña que los protagonistas se han construido artesanalmente.

2 Naif: [estilo artístico] Que representa la realidad afectando la ingenuidad de la sensibilidad infantil y se caracteriza por una gran simplicidad en las formas, el uso de colores muy vivos y el rechazo del academicismo técnico.



JMT



Vídeo introductorio a ¡Olvídate de mí!
por JMT.