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El circo de Charles Chaplin


Ficha técnica y sinopsis. Portada del programa de mano.

«Balancéate, pequeña,
balancéate, alto, hacia el cielo,
y nunca mires al suelo.

Si buscas el arco iris,
mira arriba, al cielo.
Nunca encontrarás el arco iris
si miras abajo



Fragmento de la canción “Swing Little Girl” escrita e interpretada por Charles Chaplin para el reestreno de El circo en 1969.


Cuando se cumplen exactamente 90 años del estreno de El circo (The Circus), el 6 de enero de 1928, es indudable que el paso del tiempo no ha mermado en absoluto un ápice de su magia y de su encanto. El circo es una de las películas más divertidas de Charles Chaplin, pero también significó la producción cinematográfica más problemática y dura de toda su filmografía. Curiosamente, y quizás debido a los malos recuerdos durante su realización, El circo es el único de sus largometrajes que Chaplin no mencionó en su extensa autobiografía publicada en 1964. Es muy probable que algunos años más tarde, en 1968, año del 40º aniversario del estreno de la película, Chaplin se enfrentara por primera vez a su obra en cuatro décadas, a la que ignoró voluntariamente durante ese tiempo, componiendo una nueva banda sonora para la película y reestrenándola en 1969. La letra de la bucólica canción que Chaplin compuso e interpretó en 1968 para acompañar a los créditos iniciales de esta versión definitiva, parece mostrar signos del traumático proceso por el que pasó el cineasta británico durante los dos años de producción de la película, entre octubre de 1925 y octubre de 1927. Para esta canción, “Swing Little Girl”, que introduce a la película, Chaplin escribió frases como “La vida puede ser deprimente, pero nunca del mismo modo; algunos días brilla el sol, algunos días llueve”, y aconsejaba a la joven amazona, aspirante a trapecista y co-protagonista del film, que se balanceara bien alto ensayando en el trapecio, pero que nunca, jamás, mirase al suelo. Es muy probable que Chaplin, quien contaba con 79 años de edad cuando compuso esta canción, quisiera recordar al mundo que estando en la cima de su popularidad, cuarenta años atrás, fue testigo de que su vida y su obra se tambalearon seriamente durante la producción de El circo, por culpa de varios sucesos dramáticos, pero que, sin embargo, no llegó a derrumbarse, a caer de lo más alto. Al contrario, Chaplin consiguió enderezar su vida y terminar una película que parecía maldita. De hecho, El circo fue uno de sus mayores éxitos, generando 3’8 millones de dólares en taquilla, convirtiéndose en la séptima película más taquillera de la era silente en la historia del cine y afianzando la popularidad del propio Chaplin.


Cartelería internacional de El circo.


Bajo una apariencia clásica y sencilla, El circo fue, sin embargo, una de las obras más complejas de Chaplin. Sus anteriores largometrajes, El chico (The Kid, 1921) y La quimera del oro (The Gold Rush, 1925), ayudaron de algún modo a refinar la imagen del personaje del vagabundo, de Charlot. Para El circo, la que sería su última película completamente muda —en Luces de la ciudad (City Lights, 1931) Chaplin ya haría uso de elementos sonoros—, el genio británico depuró aún más al personaje del vagabundo, convirtiéndolo literalmente en un payaso, para rendir homenaje al mundo del espectáculo circense al que tanto le debía desde sus orígenes como artista del vodevil antes de adentrarse en el mundo cinematográfico.

La idea de hacer una película sobre el circo rondaba en la mente de Chaplin desde inicios de los años 20; sin embargo, el motivo definitivo para realizar El circo le llegó a mediados de 1925, tras imaginar una secuencia de riesgo y suspense cómico, similar a las que realizaba Harold Lloyd en sus películas. La escena que ideó fue una secuencia en la que interpretaba a un funambulista suspendido a gran altura, atacado por un montón de monos maliciosos que arrancan sus pantalones hasta dejarlo en paños menores mientras trata de mantener el equilibrio en la cuerda floja. A partir de esta secuencia, que a la postre sería una de las más recordadas de la película, Chaplin construyó el resto del relato de El circo: un vagabundo que es contratado por un circo, que se enamora de una maltratada amazona, hijastra del dueño del circo, y que rivaliza con un apuesto funambulista de la compañía por el amor de la chica. La joven protagonista de la película fue interpretada por Merna Kennedy, una bailarina de 18 años debutante en el cine. El apuesto funambulista llamado Rex, rival del vagabundo, sería interpretado por Harry Crocker, un conocido periodista americano que había debutado como actor un año antes en el El gran desfile (The Big Parade, 1925) de King Vidor. Chaplin y Crocker practicaron funambulismo juntos durante semanas para preparar sus secuencias, estableciendo así una sólida relación profesional que estableció a Crocker como asistente personal del propio Chaplin durante varios años.

Además de las secuencias de funambulismo, Chaplin arriesgó también el tipo en otras secuencias como la de la jaula del león, para la que rodó más de 200 tomas, actuando junto a los propios leones en el interior de la jaula en muchas de ellas; sus expresiones de miedo en la secuencia no parecen ser una mera interpretación. Aparte de las secuencias de riesgo, El circo contiene algunos de los mejores gags de la filmografía de Chaplin, como las secuencias en el laberinto de espejos. Pero, tal vez, las secuencias más hilarantes son las del vagabundo sirviendo de payaso accidental para los espectadores del circo, tras aterrizar en el mismo huyendo de la policía y establecer sin pretenderlo el caos en prácticamente todos los rutinarios números del circo, motivo por el que, paradójicamente, será contratado por el dueño del mismo tras descubrir que el caótico escenario provocado por la torpeza del vagabundo cada vez que entra en acción, a su vez provoca las mayores carcajadas en el público. Sin embargo, cuando el dueño del circo pretende que el vagabundo se integre en el grupo de payasos, ensayando así sus números, se da cuenta de que es incapaz de interpretar y que solo provocando su torpeza innata se impone el caos del que tanto disfrutan los espectadores. Bajo esta última premisa argumental, Chaplin retrata uno de los aspectos más banales del mundo del espectáculo, de la sociedad y de la condición humana, derivado del placer provocado en el público ante la desgracia ajena.


La secuencia del vagabundo practicando funambulismo rodeado de monos es, probablemente, la más icónica de El circo.


El rodaje de la película comenzó el 11 de enero de 1926. Chaplin había hecho construir un circo completo en su estudio de Hollywood, no solo con su pista y su gran carpa, sino con todas sus dependencias e incluso con un pequeño zoológico, invirtiendo en la producción de la película cerca de un millón de dólares. Sin embargo, la serie de infortunios y catástrofes que sucedieron durante la producción de la película comenzó incluso antes de comenzar el rodaje, cuando un vendaval destruyó la carpa del circo y tuvo que ser prácticamente reconstruida de nuevo. A la cuarta semana de rodaje se descubrieron fallos técnicos que hacían inservible todo el material rodado hasta la fecha, comenzando el rodaje de cero. En el noveno mes de rodaje, un incendio destruyó los platós y el atrezo, paralizando el rodaje otro mes. Sin embargo, el acontecimiento más grave, el que se había gestado durante todo el año, sucedió a partir de la demanda de divorcio presentada por la segunda mujer de Chaplin, Lita Grey, el 10 de enero de 1927, en la que acusaba a Chaplin de toda clase de vejaciones y crueldades. Tal fue el escándalo que Chaplin tuvo que parar el rodaje de El circo durante casi un año. La demanda de Lita Grey se vendió como un periódico por las calles, y en sus cuarenta y dos páginas se encontraban descripciones explícitas de las relaciones sexuales del matrimonio, indicando que habían sido “anormales, antinaturales, pervertidas, degeneradas e indecentes”. Los abogados de Lita Grey habían planeado destruir la imagen de Chaplin a través de la opinión pública y arruinarlo a través de la justicia. Tras el escándalo de la publicación de la demanda, la justicia bloqueó las cuentas de Chaplin en todos los bancos, incautó sus bienes y embargó provisionalmente la película. En todo el país se boicotearon las películas de Chaplin durante los primeros meses de 1927, sobre todo la más reciente, La quimera del oro. La ofensiva continuó por todos los medios. El Fisco le impuso dos millones y medio de dólares de multa, por atrasos en el pago de sus impuestos y se llegó a amenazarle con expulsar del país a su madre demente, al no poder Chaplin mantener a su madre tras serle embargados todos sus bienes. Durante este proceso casi kafkiano, Chaplin consiguió esconder el metraje rodado de El circo ante la orden de embargo de la película. La ambición de Lita Grey por destruir a Chaplin era tan desmesurada que en su embriaguez de venganza cometió el error de implicar a varias célebres amantes de Chaplin en sus declaraciones, entre las que se encontraba Marion Davies, amante del magnate William Randolph Hearst. Ante la amenaza de salpicar con un escándalo aún mayor a todo Hollywood, el abogado de Chaplin le aconsejó que cediese y evitara así un juicio público de imprevisible alcance. Finalmente, el 22 de agosto de 1927, se firmó el divorcio. El juez concedió a Lita Grey la custodia de los dos hijos que tuvo con Chaplin y la administración de sus bienes. Cada niño recibió 100.000 dólares y ella 650.000, cantidades más que considerables por aquel entonces. Además, Chaplin tuvo que pagar los gastos legales del litigio, que pasaron del millón de dólares.

Chaplin pensó seriamente en abandonar el país y establecer su nueva residencia en Francia debido al proceso de acoso y derribo sufrido por parte de la opinión pública desde la publicación de la demanda de divorcio de Lita Grey. Sin embargo, milagrosamente, tras el divorcio todo se relajó, muy probablemente debido a la implicación en el escándalo de personajes muy poderosos.


La serie de infortunios y catástrofes que ocurrieron durante la producción de El circo marcaron a Chaplin de por vida. En esta instantánea es palpable la desesperación del cineasta tras el incendio que devastó su estudio durante el noveno mes de rodaje.


Tras el traumático proceso de divorcio de Lita Grey, Chaplin retomó el rodaje de El circo, aunque los problemas en la producción continuaron. Cuando el equipo de rodaje volvió al estudio después de casi un año de parón, encontraron que la expansión inmobiliaria de Hollywood había alterado el escenario hasta un punto irreconocible. Incluso el rodaje de la última secuencia de la película, la partida del circo, se vio interrumpido al segundo día debido a que unos estudiantes de la zona habían robado las caravanas del circo para hacer una hoguera. Chaplin llegó justo a tiempo para impedir la catástrofe. Finalmente, Chaplin terminó el rodaje de El circo en octubre de 1927. Su rostro serio en el plano final de la película junto a un pedazo de la carpa del circo parece no estar interpretado. El final de El circo es uno de los más amargos de toda la filmografía de Chaplin, con el vagabundo abandonado a su suerte en medio de un espacio desértico, tan solo marcado por el cerco que la carpa del circo ha dejado en la tierra; un final que parecía estar íntimamente ligado a la propia odisea de Chaplin durante la producción de la película. El plano termina con el vagabundo —y el propio Chaplin— levantándose, dando una patada al jirón de lona de circo que tenía entre las manos y caminando hacia el horizonte; aceptando lo ocurrido y comenzando una nueva vida.

El circo se estrenó el 6 de enero de 1928 en el Strand Theatre de Nueva York y resultó un éxito de público y crítica, generando casi 4 millones de dólares en taquilla. Chaplin fue nominado para cuatro Premios Óscar en su primera edición de 1928, pero la Academia lo retiró de los premios en competencia al entregarle un Óscar honorífico, por “actuar, escribir, dirigir y producir El circo”.

Charles Chaplin consiguió no sólo finalizar una obra que se antojaba maldita, sino, además, realizar una de sus películas más divertidas, exitosas y redondas de su filmografía. La película de Chaplin es paradigma de la propia naturaleza del mundo del espectáculo que representa, el circo, un carrusel de subidas y bajadas imprevisibles, repleto de luces y sombras, como la vida misma, y nos recuerda que el secreto para no caer de la cuerda floja y mantener el equilibrio ante cualquier adversidad es, simplemente, mirar al horizonte y seguir adelante, y nunca, jamás, mirar hacia el suelo.



Javier Ballesteros


Vídeo introductorio a El circo
por Javier Ballesteros.